El Proceso de Paz de Colombia al
borde del abismo
Redacciónpublicado el 27 abril 2018
En Colombia, el malogrado Acuerdo de
Paz con las FARC se encuentra al borde del abismo. A pesar de los ingentes
esfuerzos del Gobierno del Presidente Santos por resucitar a un moribundo,
sucesivas desgracias se abaten sobre él agravando la crisis.
Hace pocos días, alias Jesús
Santrich, uno de los principales cabecillas de las FARC y protagonista de las
negociaciones realizadas en Cuba, fue arrestado en su casa de Bogotá, acusado
de estar negociando el envío de 10 toneladas de cocaína a los EEUU. El delincuente
que dirigía esa operación de narcotráfico, Marlon Marín, que también fue
arrestado, es sobrino, hombre de confianza y mandadero de alias Iván Márquez,
el segundo hombre al mando de esa organización terrorista. Ambos tenían oscuros
negocios con los Carteles mejicanos de drogas, que desde hace décadas han sido
los compradores y comercializadores habituales de la cocaína que producen las
FARC, siendo los encargados de introducirla en los EEUU y en Europa.
Mientras que Santrich espera en una
cárcel de Bogotá su muy probable extradición a los EEUU, el otro
implicado aceptó los cargos criminales imputados y ya fue trasladado por
la DEA a ese país. Allí está ahora, acusado por un juez de Nueva York, que
esgrime un cúmulo de pruebas muy contundentes en su contra. Marín ha aceptado
convertirse en testigo protegido, y ha ofrecido delatar ante la justicia
norteamericana todo el entramado de los narco-negocios de las FARC, que desde
ya promete grandes revelaciones y no pocas sorpresas. Entre ellas, estarían los
vínculos del gobierno de Nicolás Maduro con las FARC y con las rutas mundiales
del narcotráfico, que pasarían por Venezuela y Cuba, e implicarían a
funcionarios del más alto nivel de esos países.
Simultáneamente, a muchos miles de
kilómetros de distancia, se ha desatado otra tormenta que repercute en el
proceso de paz de Colombia. Se trata de los Comités que otorgan los míticos
premios Nobel, pues por primera vez en su historia varios de sus integrantes
son acusados de recibir sobornos, filtrar informaciones y de otras conductas
inapropiadas. Y ya algunos de sus miembros han sido obligados a renunciar.
En ese escándalo, han aparecido
graves informaciones relacionadas con el Comité Nobel de Noruega, que otorga el
Premio Nobel de Paz, que el año pasado fue concedido al Presidente de Colombia.
Acontece que quien preside ahora ese Comité, la señora Kaci Kullman, poco antes
había sido Ministra de Estado de Noruega, y como tal representó los intereses
de la estatal petrolera noruega Statoil, que recibió del Presidente Santos
grandes negocios petroleros en Colombia, en asociación con Ecopetrol, la
petrolera estatal colombiana. En ellos, el Presidente de Colombia le entregó a
la petrolera noruega vastas regiones colombianas para la exploración de
petróleo, justo antes de ser honrado con el premio Nobel de Paz.
Como si todo esto no fuera demasiado
grave, recientemente aparecieron más hechos escandalosos. Durante los primeros
días de este mes de abril, la Primera Ministra de Noruega, Erna Solberg, de
visita oficial en Bogotá, junto con los embajadores de Suecia y Noruega en
Colombia, denunciaron que había manejos turbios en los dineros que ambas
naciones habían donado para el Proceso de Paz, por un total de 200 millones de
euros.
Ante la gravedad de semejante
denuncia, el Presidente Santos respondió indignado que el manejo de esos
dineros ha sido “transparente”… Pero, aunque parezca increíble, menos de dos
semanas después, la directora del organismo que maneja esos recursos fue
destituida fulminantemente, acusada de gravísimas irregularidades. Y una
primera auditoría a esos fondos, realizada por la Fiscalía, arrojó los más
lamentables resultados, que involucran a un número muy grande de funcionarios
del Gobierno de Colombia en actos inaceptables de corrupción. Las evidencias
apuntan a que los contratos firmados para realizar las obras financiadas por la
Comunidad Europea, en el marco de los Acuerdos de Paz, tenían enormes y
fraudulentos sobrecostos.
Para completar el cuadro, ya de por
sí bastante turbio, se descubrió que quien coordinaba la escogencia de
los contratistas para administrar esos dineros, era el mismo Marlon Marín, que
fue apresado junto con el comandante Santrich, mientras negociaban la venta de
10 toneladas de cocaína. Y los beneficiarios de los contratos hacían parte de
una red de cooperadores y testaferros de las FARC, además de algunos políticos
amigos del Gobierno.
En medio de la inmensa nube de
confusión levantada por este conjunto de acontecimientos, lo que en realidad
está pasando es muy diferente a lo que se pretende mostrar por fuera de
Colombia, y que es lo siguiente:
Las FARC continúan siendo el mayor
Cartel de drogas del mundo y no hay ningún indicio de que hayan dejado esa
actividad. Durante los cinco años que duró el Proceso de Paz, los cultivos de coca
bajo su control pasaron de 70.000 hectáreas, a 200.000 que tienen ahora.
Se han burlado de todos y se han aprovechado del mismo Acuerdo para lavar su
fortuna ilegal y sentarse a legislar en el Congreso de Colombia, donde tendrán
10 curules concedidas gratuitamente a partir del próximo 20 de julio.
Mientras esto acontece, continúan
traumatizando vastas regiones de Colombia con su lucha armada, y ahora
también de Ecuador y Venezuela, a donde han extendido sus tentáculos.
Responden así a los ingenuos que decían que era mejor tener a las FARC en el
Congreso que en la selva matando gente inocente. Pues bien, ahora estarán en
ambas partes: en el Congreso legislando y en las selvas y en las ciudades
matando gente y produciendo cocaína.
Lo que se decía que era una
negociación que conduciría a Colombia hacia la paz, terminó siendo una farsa
gigantesca montada por el Gobierno y las FARC, para lavar los millonarios
recursos de esta última, producto del narcotráfico. Y además, garantizar
la más absoluta impunidad a los guerrilleros, destruir a Colombia y llevarla
por la misma senda de Venezuela, rumbo al comunismo y a la miseria. Y todo
esto, prestigiado por la aureola brillante que produce el Nobel de Paz.
Eugenio Trujillo Villegas
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