CIENCIA
JOSÉ MANUEL NIEVES / MADRID
"ABC" - Madrid - 18/07/2015
El proceso sería similar al que
congeló buena parte del mundo durante el siglo XVII y principios del XVIII
La noticia
ha causado impacto entre climatólogos de todo el mundo. Y no es para menos. Un
grupo internacional de investigadores, liderado por V. Zharkova, de
la Univesidad de Northumbria, acaba de revelar, durante el Encuentro
Nacional de Astronomía en Llandudno, en Gales, que estamos a punto de
experimentar una nueva «Pequeña
Edad de Hielo» similar a la que congeló una buena parte del mundo
durante el siglo XVII y principios del XVIII. Será entre 2030 y 2040.
Como es
sabido, el campo magnético del Sol varía a lo largo del tiempo. Y estas variaciones
magnéticas en la ardiente atmósfera solar tienen una influencia
directa en la radiación electromagnética que emite el astro
rey, así como en la intensidad de sus flujos de plasma y en el número de
manchas en su superficie.
La variación en la cantidad demanchas
solares tiene una estructura cíclica, con máximos que se producen cada
once años y que tienen efectos concretos sobre el medioambiente de la Tierra.
Esos efectos pueden medirse observando la presencia de ciertos isótopos (como
el carbono 14 o el berilio 10) en glaciares o en los árboles.
Pero
existen numerosos ciclos diferentes que se repiten una y otra vez, con diferentes
periodos y propiedades, aunque los mejor conocidos son los de once y
noventa años. El primero se manifiesta con una reducción periódica de manchas
sobre la superficie solar. Y su variante de 90 años se asocia con la reducción
periódica en el número de manchas en determinados ciclos de once años.
En
el siglo XVII se produjo un prolongado periodo de calma,
llamado «el Mínimo de
Maunder», que se extendió desde 1645 a 1700 y durante el cual las
manchas solares prácticamente desaparecieron por completo. Durante este
periodo, en efecto, apenas se contabilizaron unas 50 manchas
solares en lugar de las cerca de 50.000 habituales. El análisis de la
radiación solar, además, ha demostrado que sus máximos y mínimos coinciden casi
siempre con los máximos y mínimos en cuanto al número de manchas.
Ahora, en
un amplio estudio publicado en tres artículos diferentes, los
investigadores han analizado el campo magnético de fondo de todo el disco solar
durante tres ciclos completos de actividad (del 21 al 23), aplicando el
denominado «análisis de componentes principales», que permite reducir la
dimensión de los datos y el ruido estadístico para identificar solo las ondas
que contribuyen en mayor medida a los datos de observación. El método podría
compararse a la descomposición de la luz blanca por medio de un prisma, para
detectar por separado las frecuencias de los diversos colores del
espectro luminoso.
Como
resultado, los investigadores lograron desarrollar un nuevo método de análisis,
que les ayudó a descubrir que las ondas magnéticas se generan en el Sol por
pares, y que el par principal basta para dar cuenta del 40% de la variación de
los datos. Por lo tanto, se puede considerar al par principal de
ondas como responsable de las variaciones del campo dipolar del Sol, que cambia
su polaridad de polo a polo en cada ciclo de actividad de once años.
Utilizando
su nuevo método de análisis, los científicos describieron la evolución de estas
dos ondas y calcularon la curva de variación de las manchas
solares (principal indicador de la actividad solar). Lo primero que hicieron
fue predecir la actividad magnética del sol en el ciclo 24 (en el que estamos
actualmente, desde 2008), y sus datos coincidieron en un 97% con las
observaciones directas.
Animados
por este éxito, los autores de la investigación decidieron extender la
predicción a los dos ciclos siguientes (el 25 y el 26) y descubrieron que el
par principal de ondas provocará en ese periodo un número de manchas muy
escaso. Lo que llevará a una fuertedisminución de la actividad solarhacia
2030 ó 2040, comparable a las condiciones que existieron durante el Mínimo de
Maunder en el siglo XVII.
Esta
reducción de la actividad implica una disminución de la radiación solar de 3W
por metro cuadrado, más del doble de lo habitual, lo que llevará a
un recrudecimiento invernal extremoy a veranos muy fríos.
«Muchos estudios han mostrado que el Mínimo de Maunder coincidió con la fase
más fría del enfriamiento global (en el siglo XVII), hasta el punto de que se
la conoce como 'Pequeña Edad de Hielo' –afirmaHelen Popova, física de la
Universidad Estatal Lomonosov de Moscú–.
Durante ese periodo se sufrieron
inviernos muy fríos en Europa y Norte América. Durante el Mínimo de Maunder el agua
de ríos como el Támesis o el Danubio se congeló, el Moscova se cubría de hielo
cada seis meses, la nieve cubría las llanuras todo el año yGroenlandia estaba
cubierta de glaciares». Helen Popova es la investigadora que desarrolló
el modelo matemático que ha permitido predecir la evolución de
la actividad magnética del Sol.
Una
atmósfera terrestre más fría
Si se
produce en la actividad solar una reducción similar a la registrada durante el
Mínimo de Maunder, también la atmósfera terrestre se enfriará.
Según Popova, si las actuales teorías sobre el impacto de la actividad solar en
el clima terrestre son ciertas, entonces el próximo mínimo de 2030 traerá un
enfriamiento significativo, muy similar al ocurrido durante el siglo
XVII.
Sin
embargo, solo durante los próximos entre 5 y 15 años será
posible tener una certeza absoluta sobre lo acertado de estas
predicciones.
«Dado que
nuestro futuro mínimo tendrá una duración de al menos tres ciclos solares, que
es de unos 30 años, es posible que la disminución de la temperatura no sea tan
drástica como durante el Mínimo de Maunder –explica Helen Popova–. Pero
debemos examinar los datoscon detalle. Estamos en estrecho contacto
con climatólogos de varios países y seguiremos trabajando en ello».
La idea de
que la actividad solar afecta al clima en la Tierra apareció hace ya mucho
tiempo. Se sabe, por ejemplo, que basta una ligera variación de un 1% en la
actividad solar para causar cambios medibles en la
distribución de temperaturas y del flujo de aire en todo el planeta.
Los rayos
ultravioleta tienen efectos fotoquímicos, que llevan a la formación de
ozono en la atmósfera, a una altura de 30 ó 40 km. Y el flujo de rayos
ultravioleta aumenta considerablemente cuando se produce una llamarada
solar. El ozono, que absorbe los rayos del sol lo suficientemente bien, se
calienta como consecuencia de este aumento de radiación y afecta a las corrientes
de aire en las capas bajas de la atmósfera y, en consecuencia,
al clima.
También la emisión de
partículas cargadas aumenta con la actividad solar. Y esas partículas
alcanzan la Tierra y se mueven en complejas trayectorias, causando auroras,
tormentas geomagnéticas y problemas en las comunicaciones por radio.
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