Destaque Internacional
BRASIL, HISPANOAMÉRICA Y EL
LIBRO NEGRO DEL POPULISMO
1. En Brasil, una amplia
mayoría de senadores acaba de aprobar el comienzo del “impeachment” contra la
presidente Dilma Rousseff, con su consecuente apartamiento del cargo por un
período de hasta seis meses, mientras duren las investigaciones. Ese hecho, con
su alto contenido simbólico, fue interpretado por muchos, a justo título, como
uno de los mayores golpes políticos recibidos por el populismo izquierdista
brasileño en particular, y latinoamericano en general.
2. En efecto, se trata de una
interrupción de la hegemonía política del Partido de los Trabajadores (PT) que
ya duraba 13 interminables años, y que llegó a abarcar dos períodos
presidenciales de Lula y un período y medio de la presidente Dilma.
3. En una
exteriorización del optimismo que actualmente contagia a no pocos
brasileños, el conocido periodista Reinaldo Azevedo escribió al día siguiente
de la suspensión de Dilma de sus funciones de presidente: “El Partido de los
Trabajadores está fuera del poder. Y, créanlo, es para siempre” (Folha de S.
Paulo, 13 de mayo de 2016).
4. En realidad, en este
momento de debacle populista sin lugar a dudas se justifican las sanas
alegrías, pero tal vez se requiera mucha cautela en la hora de considerar si el
populismo brasileño e hispanoamericano habrá entrado irreversiblemente en un
estado terminal. En este momento, en la hora del análisis político, junto con
la mansedumbre de la paloma se requiere la astucia de la serpiente.
5. Veamos un ejemplo que
parece ilustrativo sobre la necesidad de continuar con un redoblado espíritu de
vigilancia frente al populismo y a su potencial capacidad de
erguirse nuevamente. En Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela y otros
países gobernados en los últimos años por partidos políticos izquierdistas, ha
quedado probado que todos esos partidos, incluyendo algunos de sus más
importantes líderes, se contaminaron y ensuciaron con la corrupción, a pesar de
que siempre se presentaron como los únicos incorruptibles.
6. No obstante, sucede que la
corrupción izquierdista, si bien es un elemento sumamente grave, no es el peor
daño causado por las izquierdas. En efecto, el peor destrozo
provocado por las izquierdas latinoamericanas, especialmente por las que
llegaron al poder en los últimos años, ha sido la erosión cultural,
psicológica y social en la población, incluyendo a sectores del
centro y hasta de la derecha. Se trata de una erosión sistemática, con estilos
y métodos gramscianos más maquiavélicamente eficaces que los de las izquierdas
clásicas. Su objetivo principal: drenar y secar gradualmente e inadvertidamente
en la sociedad los principios básicos de la civilización cristiana, todo ello
en un clima anestésico, para evitar reacciones incómodas.
7. Sobre la
corrupción izquierdista, muchos hablan. Sobre la revolución anticultural
izquierdista en nivel brasileño y latinoamericano, mucho más profunda y
destructora que la corrupción económica, casi nadie habla. Por ejemplo, mucho
habría para comentar sobre el predominio hegemónico de la mentalidad marxista
em los medios educativos y culturales, que hace con que la enseñanza en todos
los niveles, las artes y la cultura continúen en manos de profesores e
intelectuales nítidamente de izquierda.
8. De esa manera, la gran arma
anticultural y hegemónica de las izquierdas, que merecería un detallado Libro
Negro de denuncia, permanece protegida y casi intocada, pronta para preparar el
caldo de cultivo de un eventual resurgimiento populista en el continente, con
eventuales adaptaciones cosméticas.
9. En Brasil, por ejemplo, el
gobierno está emitiendo señales diferentes y hasta contradictorios. Al tiempo
que una nota del Ministerio de Relaciones Exteriores critica duramente la
intromisión de los gobiernos bolivarianos en los asuntos internos de Brasil,
fueron nombrados para el gabinete varios ex ministros de Lula y Dilma, y el
nuevo ministro de Defensa pertenece a un partido de izquierda, inclusive con
antecedentes comunistas. En ese contexto, un clima de distensión va tomando
cuenta de Brasil, y la indignación contra Dilma y Lula parece amortiguarse y
diluirse. Estas líneas pretenden constituir un llamado a la vigilancia y
también a un debate sobre tan relevantes temas para el futuro de la gran nación
brasileña, y de toda América latina.
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